A menudo, los consejos para criar a los niños vienen en dos sabores: amenazas (conocidas eufemísticamente como "consecuencias") y sobornos ("refuerzo positivo"). O hacemos que los niños sufran para enseñarles una lección, o les ofrecemos golosinas para que hagan lo que se les dice. Las recompensas y castigos son dos caras de la misma moneda y, desafortunadamente, ninguno puede comprar más que obediencia temporal. Manipular el comportamiento de los niños, mediante castigos, elogios fingidos, privilegios ofrecidos o eliminados, no puede ayudarles a reflexionar sobre qué tipo de personas quieren ser. En lugar de fomentar que los niños asuman la responsabilidad de sus acciones, los hace dependientes de recompensas y dirección externa. En lugar de promover generosidad y compasión, los lleva a centrarse en una motivación extrínseca, complacer al adulto.